En los últimos 25 años, el Perú ha venido consolidando su posición como uno de los principales proveedores en los exigentes mercados mundiales de alimentos gracias a los saltos cualitativos y cuantitativos en términos de competitividad que ha venido registrando el sector agrario, principalmente en la costa peruana teniendo como motores de crecimiento potencial a la expansión de la frontera agrícola con los grandes proyectos de irrigación y el fuerte incremento de los niveles de rendimiento de cultivos de exportación como las frutas y hortalizas, los cuales incluso superan los promedios mundiales. En ese contexto, el debate en torno al desarrollo agrícola no debe considerar una posición contraria a la minería. Por el contrario, lejos de ser antagónicas o excluyentes, la agricultura y la minería se pueden complementar y pueden generar grandes sinergias, en beneficio de la población del campo.
El éxito agrícola
Actualmente, las exportaciones agrarias peruanas, según el Minagri, están por encima de los US$ 6,000 millones anuales y se vislumbra un escenario sumamente favorable y de crecimiento sostenido de este sector, convirtiéndose en el nuevo driver de la economía peruana para las próximas tres décadas, en el actual contexto mundial de boom en el comercio mundial de alimentos.
Muestra de lo anterior es el favorable comportamiento mostrado por los flujos de inversiones en el sector agrario, tanto en la incorporación de nuevas tierras de cultivo como en el aumento de las importaciones de bienes de capital. Solo en el primero, se han incorporado en estas últimas tres décadas más de 211 mil hectáreas de nuevas tierras y se han mejorado más de 168 mil hectáreas reportando importantes beneficios en materia de eficiencia de riego. Por otro lado, en los últimos quince años se ha multiplicado por siete veces el valor CIF de los bienes de capital importados para la agricultura a comparación de lo registrado por la adquisición de bienes de capital para la construcción que tan solo ha aumentado cuatro veces en el mismo periodo.
Y es que apostar por la agricultura moderna se ha convertido en un negocio sumamente rentable para el país y particularmente para las zonas rurales, en virtud de los favorables fundamentos económicos que sustentarían esta buena performance del sector agrario en los próximos años.
Demanda creciente
Por el lado de la demanda, de acuerdo con Naciones Unidas, se espera que para el 2050 la población mundial bordee los 10 mil millones de personas, cifra 60% superior a lo registrado a inicios del nuevo siglo. Dicho aumento tendrá lugar en los países en desarrollo, particularmente en África y Asia, destacándose en este contexto la importante ventana de oportunidad que significaría para nuestro país convertirse en la principal despensa de alimentos y de esta manera garantizar la seguridad alimentaria mundial especialmente de los países en desarrollo. De hecho, India es el país se configuraría como un jugador clave en el escenario geopolítico mundial, toda vez que a partir del 2025 el tamaño de la población de India superaría a la de China y, precisamente, el Perú cuenta con un tratado de libre comercio vigente con dicho país.
Con menos pobreza y una clase media más fortalecida en los últimos 30 años, la economía mundial viene experimentado una mayor presión para producir suficientes alimentos que satisfagan las necesidades calóricas mínimas de la población, situación que, durante la última década, se ha venido reflejando en un crecimiento mayor del volumen de exportaciones de alimentos frente a otros productos manufacturados y una presión al alza en los precios internacionales de los cereales, azúcar, lácteos, carnes y oleaginosas que viene superando el comportamiento cíclico mostrado por los precios de los metales y minerales.
Por el lado de la oferta, según un estudio elaborado por la FAO, la producción de alimentos deberá crecer en más de 60% al 2050 respecto a lo registrado en el 2005/2007 para garantizar la seguridad alimentaria de casi 10 mil millones de personas en el mundo. Este esfuerzo sería tres veces mayor en los países en desarrollo (+77%) a comparación de lo que necesitaría crecer los países desarrollados (+24%) en dicho periodo de análisis. Estas brechas de crecimiento observadas entre ambos grupos de países se explican principalmente por la menor disponibilidad de tierras para fines agropecuarios particularmente de los países desarrollados debido fundamentalmente por la tendencia creciente de la urbanización, la mayor concentración de las actividades económicas en servicios, el aumento de la degradación de las tierras y la presión por la producción de fuentes energéticas.