La uva o grano de uva es el nombre que recibe el fruto que crece formando racimos de la vid común o vid europea. Pertenece al género Vitis de la familia de las Vitáceas, que incluye unas 600 especies de arbustos, por lo general trepadores y que producen frutos en baya, propios de países cálidos y tropicales. Dentro del género Vitis se incluyen unas 20 especies cultivadas por sus frutos y algunas por sus hojas que se consumen como cualquier verdura.
La uva es un fruto obtenido de la vid. Viene en racimos y es pequeña y dulce. Se suele emplear para producir mosto, vino y vinagre. Crece en racimos de entre 6 y 300 unidades. Puede ser negra, morada, amarilla, dorada, púrpura, rosada, marrón, anaranjada o blanca, aunque estas última es realmente verde y evolutivamente proceden de la uva roja con la mutación de dos genes que hace que no desarrollen antocianos, siendo estos los que dan la pigmentación. Como fruto seco se la llama pasa.
En el Perú, las principales variedades de uva de mesa que se producen son las siguientes Red Globe, Crimson Seedles, Flame Seedless, Surgraone y Thompson Seedles. Se utilizan principalmente para alimentos y para la elaboración de vinos y fabricación de pasas.
Clima
La vid requiere de un clima tropical y subtropical, que posean temperaturas entre los 7 y 24 °C con una humedad relativa de 70 %
u 80 %, no obstante que se adapta a muy variado climas, para tener éxito necesita de veranos largos, desde tibios hasta calientes y secos, e inviernos frescos.
No prospera bien en climas con veranos húmedos, debido a su gran susceptibilidad a enfermedades criptogámicas (hongos).
En el territorio nacional, las mayores zonas productoras se encuentran en los valles de la costa como Ica, La Libertad, Lima, Tacna, entre otras. La vid es una planta perenne y posee un periodo vegetativo con cosechas anuales, empezando a producir a partir del tercer año de instalada.
El clima impone límites de altura. Los límites macroclimáticos determinados por la altura y la latitud son ampliamente rebasados en muchas regiones, por el hecho de que el viñedo se planta en pendientes muy bien orientadas. Estas zonas disfrutan de un régimen térmico más elevado, sufren menos con las heladas invernales y las escarchas de primavera se secan rápidamente, de manera que la vegetación es más breve y el grado de azúcar más elevado. Se habla en estos casos de microclima.
Cuando un cultivador planta las variedades más precoces en terrenos menos soleados y los tardíos en terrenos mejor orientados no hace otra cosa que adecuarse a las exigencias microclimáticas. Producen graves daños las heladas por debajo de los -2 °C, después de la brotación puesto que destruyen completamente la cosecha. Las temperaturas demasiado altas (entre 30 y 34 °C),
especialmente si van acompañadas de sequedad, viento caliente y seco, queman hojas y racimos.
Suelo
La vid es una especie que se acomoda a gran diversidad de suelos, sin embargo; deben elegirse de preferencia terrenos sueltos, profundos; desarrollándose exitosamente en suelos franco-arcillosos. Además, hay una cierta gama de portainjertos que permite adaptarse a las más variadas exigencias.
El pH indica la reacción del terreno y es de fundamental importancia para la elección del portainjerto, adaptandose con éxito en escalas de 5.6 a 7.7 para asegurar un buen sistema radicular.
La presencia de un pH elevado en ausencia de caliza total puede indicar presencia de salinidad en el suelo o en el agua de riego.
La capacidad de intercambio catiónico es la disposición del suelo de mantener y cambiar cationes y se mide en miliequivalentes por 100 gramos de suelo y crece con el contenido de arcilla y de materia orgánica.
En las nuevas irrigaciones, debido a que los suelos son arenosos, pobres en materia orgánica y con apreciable contenido de sales, se hace necesario, antes de instalar un viñedo, efectuar trabajos de mejoramiento, consistentes en lavados e incorporación de materia orgánica.
Cabe destacar que la vid es una especie que tiene ciertas condiciones de resistencia a la sequía y a la presencia de sales en el suelo. Suelos con alta conductibilidad eléctrica o aquellos que tienen un alto porcentaje de sodio cambiable (15 %) no son aparentes para el normal desarrollo del cultivo.
Agua
Los principales efectos del estrés hídrico se manifiestan en una reducción de la velocidad de expansión foliar, del crecimiento de los entrenudos de los brotes y en una reducción del diámetro de bayas.
La condición de llegada de la uva de mesa a su destino de venta se afecta como resultado de las estrategias de riego que se impongan a la plantación durante la temporada de producción, como una respuesta diferencial según los cultivares y las etapas fenológicas en que induzca el déficit hídrico.
Un déficit hídrico severo en el periodo de pinta a cosecha provoca desgrane, desecamiento prematuro del raquis y bayas con una turgencia reducida, aspectos que reducen notoriamente la vida poscosecha.
Las necesidades de riego de la uva de mesa han de ir marcadas por la evapotranspiración de cada zona y por los coeficientes de cultivo de cada época del año y de reducción, que tienen en cuenta la densidad de plantación y número de árboles.
El número de riegos y el volumen de agua por riego dependerán, de la capacidad del suelo para retener el agua, de las condiciones climáticas, del estado vegetativo de las plantas y de las variedades. No obstante que la vid resiste la sequía, requiere de volúmenes mínimos que, en términos generales, se estiman en 9 mil metros cúbicos (70 % de eficiencia).
Sistemas de conducción
El sistema de conducción se define como la forma en la cual se disponen las distintas estructuras de la planta, como la altura del tronco, el ángulo de apertura de los brazos, la exposición del follaje, entre otros.
Es muy común confundir la poda con la conducción, sin embargo, la poda es la eliminación de partes vivas de la planta para influir sobre los procesos fisiológicos de ella (brotación, fructificación, producción, etcétera). Por lo tanto, la poda es independiente del sistema de conducción, ya que solo depende del hábito de fructificación de la variedad.
La vid se clasifica como una planta trepadora que requiere necesariamente de una estructura de soporte para obtener su potencial productivo en uva de mesa.
Al utilizar un sistema de conducción se espera que la variedad se exprese en relación a su potencial. Además, se tiene previsto poder ajustar la poda que se realiza en base al hábito de fructificación de la variedad. Asimismo, se aguarda lograr un uso eficiente de la luz directa y difusa para lograr una adecuada fructificación de la yema. También se desea facilitar las labores que se deben realizar y obtener fruta de buena calidad.
Algunos factores que se deben considerar al momento de elegir un sistema de conducción son: la variedad (hábito de fructificación y vigor), la topografía, la maquinaria y la posibilidad de facilitar las labores.
Poda de la vid
La poda es una práctica permanente y establecida en todos los sistemas productivos frutícolas, incluidas las vides, que permite la remoción de material enfermo, improductivo y, principalmente, mantener a la planta en un régimen productivo sustentable, a través de las temporadas, regulando el vigor, la competencia y el envejecimiento.
En la uva de mesa la poda constituye un hito importante debido, por un lado, a la estrategia y logística en términos de jornadas y personal involucrado en el desarrollo de la actividad, y, por otro lado, al efecto fisiológico que ejerce esta acción sobre el rendimiento y calidad de la fruta.
Esta labor es denominada popularmente el “primer raleo”, porque es la primera medida de control de la producción que acota el número de yemas, lo cual define el número de brotes y racimos potenciales que establecerán las cargas frutales enfrentadas por la planta en la temporada.
Muchas veces los rendimientos no consideran el potencial productivo de la planta, lo que ocasiona desequilibrios entre la parte vegetativa (brotes, hojas) y la productiva (racimos). Es conocido cómo estos desbalances influyen en la calidad y condición de la fruta. Es así como parrones con abundantes sarmientos y follaje, disminuyen la fertilidad y fructificación de la planta, y por el contrario, altas cargas generan fruta de mala calidad con bajos calibres, texturas blandas, baja acumulación de azúcar, falta de color, etcétera, características que se acentúan en almacenamiento en frío.
Otros aspectos a considerar en la poda es que se debe cumplir con contener el crecimiento y área donde se desarrolla la planta, en que incide directamente el sistema de conducción y marco de plantación. Estas técnicas de manejo en el último tiempo se han ido ajustando a una mayor cantidad de plantas por hectárea.
La zona de crecimiento y producción frutal debe estar bien determinada, facilitando los distintos manejos que se requiere durante la temporada. Es decir, los racimos deben colgar libremente separando la fruta del follaje y los alambres. El temprano ordenamiento y orientación de los cargadores ayudarán a mejorar la distribución y densidad de la canopia, favoreciendo la entrada de luz en la planta y así disminuir el número de intervenciones en verde.
Fertilización
Para una fertilización óptima es necesario identificar en forma correcta cuáles son las características del suelo que inciden sobre la producción y los rendimientos esperados para la condición climática y tecnológica en la cual se desarrolla el cultivo.
Es recomendable que el agricultor realice, al menos una vez cada año, un análisis de suelo. Este análisis permite determinar los niveles de los elementos que provee este recurso natural llamado suelo para la producción.
El contenido de materia orgánica es clave para alcanzar niveles óptimos de producción. Si el agricultor no realiza aplicaciones de materia orgánica en cada temporada de cultivo, esta irá lentamente disminuyendo en el tiempo, por lo que, los niveles de fertilidad y, por tanto, de producción se verán resentidos en el largo plazo.