Resulta particular destacar el comportamiento del kion, un producto beneficioso para tratar el resfrío y la tos: sus envíos escalaron hasta alcanzar un aumento de 129%.
En medio del debate sobre las distintas propuestas para un nuevo régimen agrario, una mirada hacia el sector en este año da cuenta del buen desempeño que registraron distintos cultivos sembrados en campos peruanos; entre ellos, los arándanos, el kion y cacao.
Y es que, si bien la pandemia del COVID-19 ha golpeado fuertemente a la economía mundial y local, el sector agropecuario –principalmente, el subsector agrario– ha permanecido de pie al registrar un avance de la actividad agrícola de 2,1%, desde enero a octubre de este año.
En particular destaca el arándano, cuya producción en la costa peruana se ha extendido en un 37,6% en los 10 primeros meses del 2020, según cifras del Ministerio de Desarrollo Agrario (Midagri). Ello se condice además con el crecimiento de 32% de sus exportaciones y un aumento de 31,7% del valor de las mismas (US$ 736 millones).
Bajo esta misma tendencia resulta particular destacar el comportamiento del kion, un producto beneficioso para tratar el resfrío y la tos: sus envíos escalaron hasta alcanzar un aumento de 129%.
Así también, la exportación de pasta de cacao creció un 132%; mientras que la de cítricos se incrementó en 44%.
“Hemos visto un salto bastante importante de los cítricos, como la mandarina, naranja y el limón, que tuvieron una enorme demanda internacional producto de la coyuntura en que la salud ha comenzado a tomar mucha relevancia en el consumidor final”, explica Christian Garay, director de Seguimiento y Evaluación de Políticas del Midagri.
Al otro lado del terreno, los productos que registraron mayores caídas fueron las preparaciones utilizadas para la alimentación de los animales (-30%), el pelo fino de alpaca o llama (-46%), la leche evaporada (-25%) y los espárragos frescos (-7,7%).
VOLVER LA MIRADA
Pese al buen desempeño registrado en el sector, Clímaco Cárdenas, presidente de Conveagro, manifiesta que el trabajo debió complementarse con el desarrollo de la agricultura familiar, ya que concentra el 97% de las unidades agropecuarias y las mismas no habrían sido impactadas con los beneficios de la agroexportación.
“Se ha evidenciado la falta de dinero, quiebras económicas y la imposibilidad de obtener un precio justo por las cosechas”, comenta.
En vista de atender estas deficiencias, Garay informa que se está impulsando la construcción de un padrón de productores agrarios para identificar estas necesidades de financiamiento.
“Estamos buscando medidas para ampliar el FAE-Agro para que los fondos no solo estén disponibles para la actual campaña agrícola, sino para la subsiguiente [2021-2022]”, expresa.
La fiscalización de la informalidad en el sector es otro de los puntos que debió fortalecerse durante este año.
“Si nosotros vemos qué ha sucedido en las últimas décadas, en vez de mejorar hemos empeorado en cuanto a informalidad”, sostiene Gabriel Amaro, director ejecutivo de Agap.
Pese a que la ruta del crecimiento debe afrontar estos desafíos, las expectativas del Midagri apuntan a cerrar el año con un crecimiento entre 1 y 1,2%.
FUENTE: El Comercio